Madrid, 31 de Marzo de 2020
"La Soledad es la ecuación de la vida moderna", ("La Vida Moderna", Joaquín Sabina / Fito Páez)
Estado de Emergencia: Día 18
Del Universo surgió la Vía Láctea. De la Vía Láctea, el Sistema Solar. Del Sistema Solar, la Tierra. De la Tierra, la Naturaleza. Y de la Naturaleza, el Hombre.
"La Soledad es la ecuación de la vida moderna", ("La Vida Moderna", Joaquín Sabina / Fito Páez)
Estado de Emergencia: Día 18
Del Universo surgió la Vía Láctea. De la Vía Láctea, el Sistema Solar. Del Sistema Solar, la Tierra. De la Tierra, la Naturaleza. Y de la Naturaleza, el Hombre.
La
Naturaleza, durante millones de años, ha sobrevivido a todo tipo de amenazas,
incluso al impacto de un enorme meteorito sobre la superficie terrestre que a
punto estuvo de acabar con toda la vida y que supuso el fin de la era de los
grandes reptiles.
En
algún momento bastante reciente de la historia, surgió el Homo Sapiens.
Resultado de muchas combinaciones y muchos procesos de adaptación, pronto se
distinguió del resto de seres vivos por
su Inteligencia. Pero nada es gratis y, ese don se fue convirtiendo, con el
paso del tiempo, en un arma de doble filo. A mayor “progreso” mayor capacidad
de (auto)destrucción. “El hombre es un
lobo para el hombre” – que diría Hobbes -
capaz de sobreponerse a cualquier adversidad, a cualquier enemigo, salvo
a él mismo.
Como
un adolescente insolente y soberbio, se olvidó de su madre y la madre,
comprensiva, paciente, sabia, comenzó a enviarle recaditos: incremento de las
temperaturas medias, del tamaño del agujero de la capa de ozono…
El
ángel caído, mientras, seguía a lo suyo jugando a engañar a la naturaleza
convocando reuniones supranacionales en las que se gastaban ingentes cantidades
de dinero y que concluían siempre e invariablemente en declaraciones vacuas y
moratorias que, lo único que hacían , era ganar tiempo para dejarle la patata
caliente de las decisiones importantes y valientes a los que vinieran detrás. Huida
hacia delante que se llama.
La
madre seguía estudiando pacientemente el comportamiento de su hijo y dándole
toques de atención: aumento de los niveles del mar, de la frecuencia de los
desastres.
Hasta
que, un buen día, se quitó el delantal de cocina, desenchufó la plancha y quiso
golpearle al hijo donde más sabía que le iba a doler: el bolsillo de los países ricos. Y, para ello, usó su propio lenguaje: Globalización y Soledad.
El
desarrollismo tecnológico le aportó los canales para que su castigo, su plaga
bíblica, se extendiera rápidamente por todas las tribus urbanas del primer
mundo. Desde Asia a América pasando por Europa.
El
modelo de vida actual basado en individuos-isla que flotan en un océano
interconectado, el precio de la sanación: te curarás si te encierras en casa y
evitas el contacto físico, el calor humano de tus iguales.
En
poco tiempo la plaga pasó de ser algo que le afectaba a “otros” a tocarnos de cerca: conocidos, amigos, familiares.
Ayer
se llevó al hermano de un buen amigo después de varios días aislado de sus afectos en un
hospital. Tenía 62 años y un buen estado de salud. Algo impensable hace tan
sólo un mes. Llamé a mi amigo esta mañana. Familia numerosa, siete hermanos. En
el entierro sólo estaba permitida la asistencia de tres personas: la mujer y sus
dos hijos, cada uno a metro y
media de distancia del otro, sin poder si quiera abrazarse entre ellos. El
resto - hermanos, madre, que aún vive - desde casa encendiendo una vela. ¿A qué guionista se le hubiera
ocurrido algo más sádico?
Mientras,
la Naturaleza sigue su curso ahí afuera. Cuentan que los coeficientes de polución
bajaron en tiempo record a niveles asombrosos, que aves antes autóctonas y ahora exóticas regresan a nuestros cielos y comienzan a circular ciertas leyendas urbanas sobre delfines que vuelven a
poblar los canales de Venecia de aguas nuevamente cristalinas. La madre le enseña el
camino al hijo y le tiende la mano: Puedes seguir viviendo en esta casa pero debes
colaborar en su mantenimiento.