domingo, 5 de abril de 2020

Estado de Alerta: Aute


Madrid, 5 de Abril, de Abril de 2020

Día 22

Salió al escenario acompañado de Luis Mendo, su fiel escudero por aquellos días, integrante de Suburbano y coautor de ese clásico de Ana Belén que es “La Puerta De Alcalá”. Camisa abierta, vaqueros estrechos aunque no ajustados, botas. Se sentaron en el centro de un espacio desnudo de toda distracción y comenzó a hablar no sin cierta incomodidad  al principio.



Lo que amenazaba con ser un hándicap a priori, acabó convirtiéndose en su mayor aliado. Su timidez, su introspección, su voz susurrada hicieron que el público se esforzara por guardar silencio y agudizara el oído generando un clima de cercanía que fue desmontando las dudas que, sobre el formato, traía el artista (“La Música Contada” era un ciclo de charlas que organizaban la Universidad de Málaga y el periodista Héctor Márquez en el que se invitaba a músicos a conversar sobre su obra, su creación sin ningún tipo de guión establecido): “No me siento muy cómodo hablando así que vine acompañado por mi guitarrista, Luis Mendo. Si os parece, vamos tocando lo que se nos ocurra, nos vais haciendo peticiones y ya irán surgiendo las anécdotas que contar y vuestras preguntas.”

Poco a poco se fue soltando: ”¿Os importa si fumo?”.  Vino la historia de “Al Alba” – nada que ver su composición con la política -,  “Dentro” – una oda al onanismo -  o aquella otra cuyo título no recuerdo y que hablaba de dos personas que se quedan encerradas en un ascensor y que, ante la inminencia de la muerte por falta de oxígeno, deciden hacer el amor.

En un momento dado, cuando aquello ya sí parecía una tertulia con guitarra entre amigos, hizo una pausa, miró a la gente por unos segundos, luego a Luis Mendo y dijo: “Hay una canción que he compuesto y que posiblemente vaya en mi siguiente disco. No la he cantado nunca en público todavía pero me apetece hacerlo en estos momentos y me gustaría que luego me dierais vuestra opinión”.

“Por más que me encuentre un tesoro en las fuentes del Nilo / Quiero bailar un “slow” with you tonight, tonight…”

Ayer nos despertamos con la noticia de su muerte. Llevaba años delicado de salud y se nos fue en un momento raro, extraño, nada propicio para homenajes multitudinarios ni grandes despedidas. Él, que siempre huyó del foco, del protagonismo… mira que eres canalla. 

A media mañana bajé a arrancar el coche después de tres semanas parado. Desde un altavoz asomado a un balcón, sonaba “Slowly” sobre una calle de aspecto fantasmal por la cuarentena, como si los astros se hubieran conjurado para juntarnos y dejarnos solos, a la canción y a mí, en medio de aquella ciudad desierta tomada por un virus.  No duró el reencuentro, ese momento de íntimo y casual homenaje, mas allá de dos minutos. Luego, desde el balcón llegó otra música y yo seguí mi camino hacia el coche recordando aquella noche de hace casi treinta años en Málaga cuando el maestro nos habló de "Slowly" y la canción no formaba parte, todavía, de nuestro ADN ni de la banda sonora de nuestras vidas. 

Gracias Eduardo.


viernes, 3 de abril de 2020

Estado de Emergencia: Día 21

Madrid, 3 de Abril de 2010

Un día se para el mundo y te ves obligado a recluirte en casa por tiempo indefinido. Entonces, te das cuenta de que, lo que creías imprescindible e improrrogable no era más que un trayecto alternativo.

Te cortan la autopista de peaje, esa que pagábamos con nuestro bien más preciado, el tiempo, y vuelves a descubrir las carreteras secundarias de tu infancia y adolescencia. Las que te permitían pararte a un costado del camino y que siguen ahí, con el asfalto un poco agrietado, en el mismo lugar.

Te pones a conducir por ellas y cada curva, cada cajón del altillo,  te lleva a un pisada grabada a fuego en el pavimento de tus sentimientos.

Aquella vieja colección de tu adolescencia en Ronda que recibías una vez al mes por Correos – un número semanal – y con la que aprendías a tocar la guitarra jugando a ser Mark Knopfler o Paco de Lucía.




O aquella otra que te reservaban en un kiosco de Gran Capitán, ya de estudiante universitario en Granada, con la que te empapaste de historia del Flamenco en una ciudad en la que era frecuente luego coincidir con mitos consagrados como Chocolate, El Indio Gitano, Juan Habichuela o Morente y con jóvenes promesas como Miguel Ángel Cortés, Mayte Martín o Poveda.




Sigues avanzando y, al llegar a un cruce y tomar un desvío al azar, aparece un valle de vetustas cajas de zapatos llenas de fotos viradas al sepia y cartas amarillentas. Corres el portón oxidado de un viejo caserío al que solías ir a jugar y te pierdes explorando sus habitaciones.

Una noche de cuarentena, después de tu cita diaria con los balcones, suena el teléfono y es aquel viejo amigo con el que hace tantos años que no hablas y al que llevas tanto tiempo postergando llamar. Al colgar, descorchas una botella de vino y sonríes pensando que al final todos podemos ser un recodo, un paisaje de grato recuerdo en la carretera secundaria de alguien.

P.D: Volverán a reabrir las autopistas. La cuestión es si estaremos dispuestos a seguir pagando el peaje.

 





martes, 31 de marzo de 2020

Estado de Emergencia: La Vida Moderna

Madrid, 31 de Marzo de 2020


"La Soledad es la ecuación de la vida moderna", ("La Vida Moderna", Joaquín Sabina / Fito Páez)


Estado de Emergencia: Día 18

Del Universo surgió la Vía Láctea. De la Vía Láctea, el Sistema Solar. Del Sistema Solar, la Tierra. De la Tierra, la Naturaleza. Y de la Naturaleza, el Hombre.

La Naturaleza, durante millones de años, ha sobrevivido a todo tipo de amenazas, incluso al impacto de un enorme meteorito sobre la superficie terrestre que a punto estuvo de acabar con toda la vida y que supuso el fin de la era de los grandes reptiles.

En algún momento bastante reciente de la historia, surgió el Homo Sapiens. Resultado de muchas combinaciones y muchos procesos de adaptación, pronto se distinguió del  resto de seres vivos por su Inteligencia. Pero nada es gratis y, ese don se fue convirtiendo, con el paso del tiempo, en un arma de doble filo. A mayor “progreso” mayor capacidad de (auto)destrucción. “El hombre es un lobo para el hombre” – que diría Hobbes -  capaz de sobreponerse a cualquier adversidad, a cualquier enemigo, salvo a él mismo.

Como un adolescente insolente y soberbio, se olvidó de su madre y la madre, comprensiva, paciente, sabia, comenzó a enviarle recaditos: incremento de las temperaturas medias, del tamaño del agujero de la capa de ozono…

El ángel caído, mientras, seguía a lo suyo jugando a engañar a la naturaleza convocando reuniones supranacionales en las que se gastaban ingentes cantidades de dinero y que concluían siempre e invariablemente en declaraciones vacuas y moratorias que, lo único que hacían , era ganar tiempo para dejarle la patata caliente de las decisiones importantes y valientes a los que vinieran detrás. Huida hacia delante que se llama.




La madre seguía estudiando pacientemente el comportamiento de su hijo y dándole toques de atención: aumento de los niveles del mar, de la frecuencia de los desastres.


Hasta que, un buen día, se quitó el delantal de cocina, desenchufó la plancha y quiso golpearle al hijo donde más sabía que le iba a doler: el bolsillo de los países ricos. Y, para ello, usó su propio lenguaje: Globalización y Soledad.

El desarrollismo tecnológico le aportó los canales para que su castigo, su plaga bíblica, se extendiera rápidamente por todas las tribus urbanas del primer mundo. Desde Asia a América pasando por Europa.

El modelo de vida actual basado en individuos-isla que flotan en un océano interconectado, el precio de la sanación: te curarás si te encierras en casa y evitas el contacto físico, el calor humano de tus iguales.

En poco tiempo la plaga pasó de ser algo que le afectaba a “otros” a tocarnos de cerca: conocidos, amigos, familiares.

Ayer se llevó al hermano de un buen amigo después de varios días aislado de sus afectos en un hospital. Tenía 62 años y un buen estado de salud. Algo impensable hace tan sólo un mes. Llamé a mi amigo esta mañana. Familia numerosa, siete hermanos. En el entierro sólo estaba permitida la asistencia de tres personas: la mujer y sus dos hijos, cada uno a metro y media de distancia del otro, sin poder si quiera abrazarse entre ellos. El resto - hermanos, madre, que aún vive -  desde casa encendiendo una vela. ¿A qué guionista se le hubiera ocurrido algo más sádico?

Mientras, la Naturaleza sigue su curso ahí afuera. Cuentan que los coeficientes de polución bajaron en tiempo record a niveles asombrosos, que aves antes autóctonas y ahora exóticas regresan a nuestros cielos y comienzan a circular ciertas leyendas urbanas sobre delfines que vuelven a poblar los canales de Venecia de aguas nuevamente cristalinas. La madre le enseña el camino al hijo y le tiende la mano: Puedes seguir viviendo en esta casa pero debes colaborar en su mantenimiento.


 ¿Qué hará el hijo (pródigo)? ¿Volverá al redil o seguirá el camino de los dinosaurios? Llueve afuera. Miércoles de finales de Marzo de 2020. El año del Corona Virus. El Virus de la Globalización. El Virus de la Soledad.


















 





domingo, 29 de marzo de 2020

Estado De Emergencia: Día 15

Ayer Sábado se cumplieron dos semanas del anuncio del inicio de la cuarentena por parte del Presidente del Gobierno y los balcones siguen recuperando el espacio perdido en las últimas décadas y desarrollando su propio lenguaje.

Las niñas del primero han fabricado una cabaña con sábanas en la terraza cubierta y allí, por las mañanas, les lleva su madre el desayuno. En el tercero alguien lee. En el quinto una chica se hace las uñas ahora que no puede acudir a las chinas. En el cuarto, dos jóvenes hablan mientras fuman.

Seguimos saliendo a los balcones a las 8 de la tarde a aplaudir a los que trabajan pero ayer, al finalizar la ovación, todos cantamos espontáneamente el cumpleaños feliz. Y es que una pancarta decorada con globos de colores nos anunciaba, desde temprano, que un pequeño cumplía allí 5 años ese día.



Al terminar el cántico, el niño dio las gracias excitado cual alcalde de “Bienvenido Mr Marshall”. Si la vida es generosa con él, llegará un momento en que se convierta en una de las últimas personas vivas con memoria directa de este estado de emergencia y aislamiento, de esta situación extraordinaria que él estará viviendo , como tantos otros pequeños, sin llegar realmente a comprender. Y tal vez le cuente a sus hijos y a sus nietos, entre incrédulos y aburridos, de aquel cumple suyo de 5 años que pasó recluido en casa de sus abuelos a causa de un virus - ¿que cambió el mundo? - sin sus compañeros de clase y en que toda la calle le cantó el cumpleaños feliz.



 Anoche entró en vigencia el horario de verano. Hoy ya aplaudiremos de día.