venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles..."
(Desnudos, Juan Ramón Jiménez)
Hubo un
tiempo, no muy lejano, en que sobre los balcones pivotaba gran parte de la belleza
y la vida social de nuestras ciudades. Su ascendencia llegó a ser tal que sin
su presencia serían inconcebibles algunas de las páginas más bellas de nuestra
literatura o nuestro cine - cómo olvidar Don Juan Tenorio o Bienvenido Mr.Marshall - por no hablar de la música, la pintura o la fotografía.
Los hay
grandes y pequeños, barrocos y minimalistas, extrovertidos y esquivos, valientes
y tímidos, coquetos y huraños, de maderas nobles o mármol de Carrara, de hierro forjado o liso cristal, rojos,
verdes, añiles, noctámbulos y madrugadores, colgados de precipicios o
presidiendo plazas…Desde ellos se han proclamado repúblicas, presidido
desfiles, condenado a muerte o inaugurado fiestas.
Mi
fascinación por ellos es anterior a la misma conciencia, como la que tuve por
los colores de Boca, los tallarines
con tuco de mi abuela en domingo o los paisajes de Ronda. Su figura camaleónica
impregna mi infancia y adolescencia con la normalidad de una llovizna fina que
cala sin estridencias. El de la calle 25
de Mayo, en Orán, justo encima del porche donde en los atardeceres de
verano juntaba mudas de piel de chicharras con mis primos; el de la calle San José, en Ronda, donde con mi amigo
Luis jugábamos a seducir – sin saber aún qué significaba aquello - a unas vecinas de en frente a quienes nunca jamás
llegaríamos si quiera a besar.
Pero no fui
consciente de esa atracción y de esa omnipresencia perdida hasta que, al pisar La Habana por primera vez, me invadió una extraña sensación de amor recuperado y familiaridad
con el lugar que no me supe explicar en ese instante. Los días pasaban entre
mojitos y paseos sin que ese misterio latente dejara de acecharme con
prudencia. Hasta que una mañana, después de caminar desde el Hotel Sevilla hasta las escalinatas del
Capitolio a través del Paseo del Prado,
mis ojos se detuvieron en un edificio que había al otro lado de la plaza. De
estilo colonial y soportales en los
bajos, sus múltiples desconchones se empeñaban en desmentir una aristocracia de
otros tiempos. Pero yo intuía que no era exactamente aquello lo que me atraía. Cogí
la cámara, ajusté el zoom y, casi por instinto, comencé a dispararle sin aparente
ton ni son. Luego, me senté en los escalones y, en ese momento, al pasar las
fotos, como una revelación de la memoria primigenia, como una canción de la
adolescencia o un olor de la niñez diluidos en el tiempo y que por alguna
extraña razón se nos presentan de repente con la exacta precisión que tienen los
sabores de la infancia, aquella ciudad tan vital como anclada en el pasado me
reveló lo que yo de alguna manera ya sabía pero había olvidado: que amaba los
balcones y, sobre todo, que añoraba la presencia de gente en ellos: gente
conversando, gente riendo, gente viendo pasar gente, gente gritando, cantando,
besándose, silbando, gente, gente, gente…
El Balcón, Édouard Manet |
Cada momento
histórico demanda su propia arquitectura y el tiempo de los balcones, ese
anfibio que habita entre el hogar y la calle, ya pasó sepultado por los
decibelios, la polución y el ritmo vertiginoso de las avenidas tanto como por
la televisión y, más recientemente, internet,
esa ventana virtual que tiene la característica de acercar lo lejano y
alejar lo cercano. Ya nadie se asoma a los balcones, ya nadie los necesita y van
desapareciendo sigilosamente de nuestras vidas sin que nadie ponga el grito en
el cielo ni los eche de menos mientras nuestras ciudades se pueblan de edificios
cada vez más altos, más autistas y más inteligentes que sus promotores se
empeñan en forrar de espejos que nos devuelven nuestro propio ego en un intento obscenamente indisimuladado de que no descubramos que, en su interior, tanta
domótica no dejó sitio para el alma.
Hace unos meses pasé por la calle San José, en Ronda, y al mirar hacia arriba a ese balcón en el que yo había jugado a seducir con mi amigo Luis tantos años atrás, comprobé que alguien había decidido cerrarlo. Seguramente que ese mismo espacio, hoy ganado al exterior, donde nosotros tratábamos de comunicarnos a través de mimos y señales con las vecinas, estará en este momento ocupado por un niño, tan parecido y tan distinto a nosotros, jugando a la play a quince grados más de lo que marca el reloj de la cercana farmacia de guardia en esta fría tarde invernal. Poco a poco, irremediablemente, van quedando arrinconados en el basurero de la historia, en el lugar de lo que está fuera de la cadena de utilidad, en ese rincón de lo que tildamos como inútil que es, por otro lado, como decía George Bataille, lo que realmente nos hace humanos.
Me atraen las causas perdidas y por eso quizá ame los balcones como amo la tauromaquia, la música en vivo - la reivindico por encima de los dj´s - o las plazas con árboles; y mientras quede en pie uno sólo de ellos, yo trataré de seguir trepándome, con mi maceta de geranios a cuestas, a contemplar la vida pasar por abajo y contar aquí lo que veo, con quien conmigo quiera subir. ¿Balconeamos?.
Balconear: 1. tr. Arg. y Ur. Observar los acontecimientos sin participar en ellos.
2. tr. Ur. Examinar la situación.
3. intr. coloq. Arg., Guat., Hond., P. Rico y Ur. Mirar, observar con curiosidad desde un balcón o cualquier otro sitio elevado. U. t. c. tr.
(Fuente: Real Academia Española de la Lengua, RAE)
Balconeamos! Por supuesto! Bienvenido! todo un placer reencontrarte!
ResponderEliminarMuchas gracias Helen!!! Un placer el retorno ;-)
EliminarTe seguimos amigo, un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias Juanlu!!!
EliminarHazme un hueco que yo me subo a balconear!!! Ah! y creo que no te lo he dicho nunca, xo echaba de menos leerte ;)
ResponderEliminarPor cierto, aprovechando que inauguras en Febrero, te dejo esta rumbita de carnaval :) "Abre ya el balcón/ abre ya el balcón/ que en la calle hace relente y allí seguro que no"
http://www.youtube.com/watch?v=2QJlFhQS028
Tienes tu hueco Marta!!!! Qué buenas esas letritas de carnaval...este año tienen muchas papeletas de ganar los Banqueros del Selu ;-) Gracias!!!
Eliminarenhorabuena por el nuevo blog!!!
ResponderEliminarGracias Unknown!!! ;-)
ResponderEliminarBueno, ¡¡Por fin!! dos veces-. Una porque ya estás nuevamente donde no deberías de haberte ausentado y otra porque ya podemos estar en tu blog para comentar.- Ahora paso a decirte que a nosotros, "Los mijeños", nos gusta balconear.- Aceptamos tu invitación para hacerlo.- Debemos decirte que hemos leído con verdadero deleite y mucha emoción tu primera publicación y también, como a ti, nos ha traído muchos recuerdos y mucha nostalgia.- Creemos que no se `puede hacer mejor.- Nuevamente podemos disfrutar de tu talento para esto.- ¡Muchas gracias, maestro!
ResponderEliminarBienvenidos al balcón mijeños!!! No sé por qué supuse que el comentario anterior era una prueba "fallida" vuestra ;-) Un placer teneros aquí, entre geranios, después del Cochecuadrilla. Gracias por el mensaje y a seguir balconeando!!!! Besos.
ResponderEliminarGracias por la bienvenida.- Efectivamente la prueba fallida fué nuestra gracias a nuestra técnica informática Ma. José.- Tus últimas entradas son sensacionales.- Muy bueno el corto de Juanca y nos gustaría que le hagas llegar nuestra más sincera felicitación.- Todavía no hemos entrado en Look and Beat pero si a ti te gusta seguro que es muy buena.- Seguiremos en contacto,. Besos.- Los Mijeños
ResponderEliminarHabrá que darle un tirón de orejas a la "informática" ;-)
ResponderEliminarLe haré llegar a Juanca vuesra felicitación, por supuesto. Y, en cuanto a Look And Beat, echadle un vistazo cuando tengáis tiempo...
Gracias y besos mijeños!!!
Con tu permiso,me "cuelo" un ratito en tu "balcón"...
ResponderEliminar¡Enhorabuena,Ramiro,por tu nuevo blog!
¡Te deseo toda la suerte del mundo,de corazón,en esta nueva andadura!
...Al hilo de esa entrañable historia de la infancia de "tu" Ronda,me viene a la mente...
Un balcón es también ese sitio,donde el llanto se vuelve "cante" ,para llamarse "Saeta",una "madrugá" de Viernes Santo al paso de una Dolorosa bajo Palio,entre barales de plata,cubierta de petalos de rosa con aroma...a "Esperanza".
...Existe también un emblemático balcón en la ciudad de Verona (Italia),que tuve la fortuna de poder visitar hace tiempo,y que supongo conocerás.
(Por cierto,cambiando de tercio,muy premiada la película "Blancanieves" en los Goya,melodía de "paseillo" casi toda la noche...)
¡Mucha suerte,y felices vistas desde este "balcón"!
¡Besos!
Bienvenida al balcón Silvia y gracias por saltar hasta aquí desde el Cochecuadrilla!!!
ResponderEliminarEn cuanto al balcón de Verona, supongo que te refieres al de Romeo y Julieta, sí que lo conozco, estuve allí hace muchísimos años...
Gracias por dejar tu comentario!!
Muchas gracias por la bienvenida!!
ResponderEliminar...Y efectívamente,me refería a ese balcón...típica visita turística.
Mucha suerte,"Maestro" de tinta,y a empezar temporada literaria con fuerza!!
...Desde un balcón,resulta cómico decir aquello de "no se si estaré a la altura",que digo yo...
(Por cierto,recuerdos al maestro,y suerte a todos,de corazón!!!)
Besos!
Gracias!!!
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