"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico"
(Rayuela, Julio Cortázar)
"Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuego iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros, arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."
(El Libro de los Abrazos, Eduardo Galeano)
La verdadera amistad tiene algo de principio de novela de
Cortázar transformado con el tiempo en cuento de Galeano.
Solía reunirlos la casualidad, de año en año, en distintos
lugares, en medio de multitudes en que ellos no tardaron en descubrir que
vibraban en la misma onda.
Un día quisieron arriesgar y se citaron para comprobar si
la magia era inseparable del azar o por el contrario habitaba en el
corazón de los humanos. Les gustó y repitieron.
Una madrugada de encuentro, uno de ellos abrió un libro.
Un ticket amarillento de la Frick Collection marcaba la página 42. Un lápiz
desdibujado, subrayaba una frase:
"Hay lugares de la ciudad que uno descubre por sí mismo en sus caminatas solitarias y otros que le son revelados como un regalo generoso de la amistad o el amor. Se puede regalar lo que uno más ama, cierta perspectiva al fondo de una calle, un parque pequeño junto a un puente, un café, un club de música, hasta un instante de la luz. Ese regalo intangible enriquece a quien lo ha hecho y se vuelve un tesoro enaltecido por el agradecimiento para el que lo recibe, en un recuerdo y también en la posibilidad de otro regalo. En el lugar estará siempre quien nos lo descubrió y el momento de nuestra vida en el que gracias a su mediación lo conocimos"
(Ventanas de Manhattan, Antonio Muñoz Molina)
Volvieron a releerla varias veces durante la noche, entre
copa y copa, entre conversación y conversación. Incluso la acariciaron y la
olieron, porque la belleza, cuando es auténtica, se disfruta con los 5
sentidos. Concluyeron que la meta es el camino, que la vida es mientras tanto y que la única certeza es
el presente. Hubo pacto de meigas y amistad. De testigos, una guitarra y Bruce Springsteen.
*Pequeño cuento para G. por la amistad, los momentos y esas galeradas del último libro de Antonio Muñoz Molina, Todo lo que era Sólido, que se publica la semana que viene y que yo, gracias a su impagable regalo, ya estoy disfrutando en mi casa.
Qué bonita entrada! Me ha gustado mucho esa mezcla de novelas.
ResponderEliminarLa verdad, que a mí el azar me hizo descubrir tu blog, y con él, la magia, elegancia con la que haces tus entradas.
Tú lo has dicho Puri, el azar es el principio, pero luego nos hemos ido "citando" en el Cochecuadrilla primero y ahora en los balcones. Gracias por esa fidelidad y por seguir dejando tus comentarios siempre tan aportadores. Besos!
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