miércoles, 8 de febrero de 2017

De Carlos III, El Ángel Caído y Otras Curiosidades

Madrid, 8 de Febrero de 2017

Los planes inesperados y la curiosidad son buenos aliados. 


Ayer por la tarde debía ir al sastre de toreros y unas horas antes recibí el mensaje de una amigo, siempre escueto y con poca antelación:  “Esta tarde voy a Madrid. Asistiré a una conferencia a las 7 de la tarde. Puedo estar por allí sobre las 5:30. ¿Un café?”

Mi amigo es arquitecto y de Ávila, a poco más de una hora de Madrid, y la conferencia tendría lugar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la calle Alcalá, muy cercana al sastre, así que le propuse que me acompañara y luego ir juntos a la charla.

Expo sobre Carlos III en la Real Academia de San Fernando 


La Maestra Nati, ya octogenaria, nos recibió con esa vitalidad que la caracteriza en ese santuario viviente del toreo que es su casa. Ultimé ciertos detalles de un capote de paseo que nos está bordando para esta temporada y luego caminamos juntos hasta la calle Alcalá.

La conferencia, “Sobre el territorio de Madrid en tiempos de Carlos III”, impartida por Fernando de Terán, director de la Academia, fue desgranando las luces y sombras urbanísticas de ese rey tan ponderado de nuestra historia en que proyectos tan importantes y trascendentales como el inicio de las seis carreteras radiales que salen de la capital, se alternaron con otros verdaderamente megalómanos y absurdos como la pretendida construcción de un canal que uniera el Palacio Real de Madrid con el de Aranjuez para el caprichoso traslado fluvial de los reyes.

Canal de Aranjuez que nunca llegó a finalizarse 

 El proyecto, que discurría paralelo a la cara norte del río Manzanares – los actuales barrios de Pirámides o Legazpi – fue jalonado de árboles de mora en sus márgenes para alimentar a los gusanos de seda utilizados en la industria textil.       

El canal no llegó nunca a finalizarse, como tampoco el mucho más extravagante que se dirigía hacia el norte, hacia el Jarama, que necesitaba de infinidad de acueductos para salvar alturas, y en el S. XIX fueron sellados.

Otro aspecto curioso de la conferencia fue comprobar cómo en algunos mapas de la época una de las leyendas utilizadas, una mano a medio cerrar, señalaba los lugares, por su orografía,  en los que era más susceptible sufrir emboscadas. O conocer sobre ese proyecto de "telegrafía óptica" - torres cada 15 km. que se trasladaban mensajes visuales - que llegó a unir la capital con Cádiz. 

Fue la época en la que Madrid, de tener una población similar a Colmenar Viejo o Alcalá de Henares, comenzó a hipertrofiarse.

Al terminar la charla, una última sorpresa nos esperaba al bajar las escaleras en el vestíbulo de la primera planta: una siempre extraña estatua del “angel caído – de Lucifer, el diablo – , a imagen y semejanza de la que se encuentra en los Jardines delBuen Retiro, y cuya existencia yo ignoraba absolutamente. Sobre su base, una inscripción:Ricardo Bellver. Roma, 1877”.  Ambas, por tanto, hijas del mismo autor.

Estatua al Ángel Caído en la Real Academia de San Fernando

Estatua al Ángel Caído en los Jardines del Buen Retiro



Salimos a la calle con esa sensación de plenitud que te da el haber aprendido algo nuevo. Unos buñuelos de bacalao en la cercana Casa Labra pusieron  fin a una tarde inesperada, como casi todo lo bueno, en que bridamos por la curiosidad sana y sus adeptos.

Casa Labra

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