"Me dijo que su libro se llamaba El Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen principio ni fin" (Jorge Luis Borges, "El Libro de Arena", 1975)
Los libros encierran innumerables historias. De todas ellas,
la que contienen sus renglones, la que imaginó el escritor, tan sólo es una
más. Tal vez la más obvia, la más lineal, a veces la menos interesante, la
única que con cierta certeza consta de principio y fin. Luego están las otras, mucho más
enigmáticas, las que acaban tiñendo sus páginas de amarillo tiempo y
llenándolas de misteriosas cicatrices: un pétalo marchito marcando un capítulo,
la tinta desleída de una hoja acartonada - quizás por una lágrima o por una
gota de lluvia -, los restos de carmín
sobre unos versos desnudos o la violencia de un garabato desgarrando una dedicatoria
ya por siempre encriptada. La historia leída, la que plasma el escritor, es el ADN
del libro, su parte inmutable. Las otras, las que lo hacen único, imprevisible.
Como esos hijos que traemos al mundo tratando de moldearlos a nuestro antojo para
que luego tomen sus propias decisiones y tengan el mal gusto de sobrevivirnos.
Foto: Ramiro Curá |
Rojo era consciente de ello y por eso no se había atrevido nunca
abrir aquél que Azul, al marcharse, dejó olvidado. Aunque a veces, en las
tardes de tedio y nostalgia, lo sacaba con delicadeza del cajón y acariciaba su
lomo evocando aquel verano tan corto como eterno: La recordaba leyéndolo sobre las rocas, junto al
faro, o saliendo del mar bañada en atardeceres mientras una tenue brisa de
levante agitaba sus hojas de acordeón desvencijado. Otras era él el que lo
recogía, húmedo de rocío, de una hamaca del jardín donde Azul lo había
abandonado tras hacer el amor precipitadamente, bajo la luna de Agosto, junto a
dos copas de champagne vacías.
Para R., por hacerme ver que, si las letras juntas componen
poesía, los colores el arcoíris. Y, cómo no, por devolverme libros llenos
de arena.
Uff!! Madre mía Ramiro, después de leer la entrada me he quedado sin palabras.
ResponderEliminarSimplemente, preciosa.
Besos.
No te has quedado sin palabras...bonito comentario Menenval...gracias por seguir asomándote a este balcón...;-)
ResponderEliminarBesos
La verdad que utilizando el argot taurino,a mi parecer,lo que has escrito es de indulto y Puerta grande,oleeeeee!!!
ResponderEliminarEnhorabuena,vaya talento bueno y qué facilidad que tienes pa'escribir,chiquillo!
Besos!
Gracias Silvia por tu comentario y por asomarte al balcón!!! ;-)
EliminarBesos.