“En la melancólica media luna del
atardecer de invierno, enfilaron Bravo Murillo desde Cuatro Caminos. A medida
que se acercaban a su destino, iban encontrando grupos de peatones cada vez más
numerosos, que se dirigían al lugar del mitin, ocupando las aceras e invadiendo
la calzada. [ ] El cine ocupada todo un edificio de tres plantas. Los grandes
paneles publicitarios de la fachada habían sido cubiertos por telones negros
donde figuraban los nombres de los falangistas muertos en enfrentamientos
callejeros o en emboscadas. [ ] Un seísmo pareció sacudir los cimientos del
cine Europa al pisar la escena José Antonio Primo de Rivera.” (Riña de Gatos, Eduardo Mendoza)
Me gustan las novelas que mezclan
realidad y ficción, personajes inventados
con figuras históricas a la manera en que en los poemas de Homero se fundían
mortales y dioses. Y me gusta que las tramas se desarrollen en espacios
tangibles, reconocibles. Por eso me aburre la literatura fantástica y siempre
acabo encontrando algo mucho más interesante – gustos son gustos - que “El Señor de los Anillos” para llevarme a la cama.
Me priva apuntar los escenarios por los que discurren las acciones y salir luego a perseguir los pasos de los
protagonistas por las ciudades que habito. Me he sorprendido a mí mismo siguiendo
a Roque Díaz - Frontera Sur - por Buenos Aires, a la Maga – Rayuela - por París, a Daniel
Quinn - Trilogía de Nueva York - por
Manhattan, al Pijoaparte - Últimas Tardes con Teresa - por Barcelona, a Minaya - Beatus Ille - por ese trasunto de
Mágina que es Úbeda…He buscado la casa de Inés - Inés y la Alegría - en la
calle Montesquinza, la de Andrea – Nada – en Aribau, la de Santiago Abel – La Noche de los Tiempos - en Príncipe de
Vergara…He soñado tropezarme con Jim
Wormold – Nuestro Hombre en La Habana – en La Habana, con Galip – El Libro Negro – en Estambul, con Santiago Biralbo – El Invierno en Lisboa – en Lisboa.
Me he obsesionado con la perspectiva de una plaza en Granada – El Robinson Urbano -, con el aroma de un mercadillo
en el Caribe – El Siglo de Las Luces –,
con cierta luz crepuscular en Venecia -Muerte en Venecia -…Y me he emocionado al doblar una esquina, como quien pasa una
página, y descubrir en una callejuela soleada o en una plazoleta minúscula, una
casa señorial o un palacete donde alguien una vez imaginó a su personaje
cruzándose con un joven Alberti de mono azul o transgrediendo rígidas normas de clase en el
primer club feminista de la capital.
Las ciudades son láminas transparentes que
las novelas nos ayudan a colorear. Ciertos edificios, ciertos monumentos,
ciertos parques, ciertas calles secundarias no existen, son traslúcidos, hasta
que los leemos. Y su hallazgo tiene ese punto de exaltación ansiosa y playa
virgen de los descubrimientos.
Cine Europa |
De todos estos hitos urbanos, los que
peor ha tratado el paso del tiempo son, sin duda, los cines. Como el Europa, de cuya existencia
supe el otro día leyendo Riña de Gatos de Eduardo Mendoza. Situado en la madrileña calle de
Bravo Murillo, algo más arriba de Cuatro Caminos, fue diseñado por Luis Gutiérrez Soto - "el arquitecto de los cines": Callao, Barceló (hoy discoteca
Pachá) - en 1928. Sus formas suaves, hijas del expresionismo alemán, y su enclave “periférico” con relación al
centro urbano, debieron dotarlo de un aire majestuoso y moderno en la época. En su escenario se celebraron mítines, como
el de José Antonio Primo de Rivera que describe Mendoza en la novela, y tuvo
lugar nada menos que la primera actuación de Antonio Machín en España.
José Antonio Primo de Rivera acompañado, entre otros, por Julio Ruíz de Alda y Raimundo Fernández Cuesta a la salida del mitin de Falange Española en el Cine Europa, el 12 de Febrero de 1936. |
Comido por la curiosidad, y aprovechando
que iba al cercano Cine Verdi, el domingo pasado salí temprano de casa para
contemplarlo in situ. Debo decir que me costó encontrarlo. Primero, porque el
desarrollo urbano de la zona lo ha ido engullendo. Y segundo, porque ya no
existe, o no existe como tal. El glamuroso Cine Europa al que las parejitas de preguerra iban a besarse y las damas de la
alta sociedad a escuchar a sus ídolos cantantes, una noche echó el telón y dejó de pintarse los labios. Y donde antes se leía entre candilejas:
Casablanca o Mogambo, hoy reza prosaico: Saneamientos Pereda. Así, sin más,
como bótox mal puesto.
Saneamientos Pereda |