"Uno se cree / Que las mató / El tiempo y la ausencia / Pero su tren / Vendió boleto / De ida y vuelta" ("Aquellas Pequeñas Cosas", Joan Manuel Serrat)
"Miro el instante que ha fijado la fotografía, / Ríes con la tímidez de quien le avergüenza la risa. [ ] Nada queda en ese trozo papel todo es alquimia; [ ] Esos rostros ya no llevan nuestros nombres, / Son dos máscaras perdidas en la noche, / Pero, queda la música..." ("Queda La Música", Luis Eduardo Aute)
Una
fotografía en papel no es sólo la historia que cuenta la imagen en ella fijada
si no también la que transmiten las cicatrices que el tiempo ha ido dejando en su piel.
El
pigmento corrido que sobre aquel cielo gris dejó una lágrima desobediente, el
rayón despechado sobre aquella dedicatoria ya por siempre encriptada, el viraje al sepia por su exposición al sol
en aquel marco de alpaca de casa de nuestra abuela.
Hacíamos
copias para regalar y cada una de ellas, como esos gemelos separados al nacer,
iba trazando su propio camino hasta el punto de costarnos, al juntarlos un
tiempo después, reconocer que esos tipos con distinto acento y forma de vestir,
pudieran ser hermanos.
Esta
fotografía volvió a mí después de unos 20 años. No recuerdo cómo ni cuando me
desprendí de ella pero sí como regresó. La hermana mayor de la mujer de un buen
amigo mío, salía con uno de los chicos de la foto. Él se la debió regalar y
ella la colgó en su cuarto de adolescente (los agujeros de chinchetas de las
esquinas maltratadas lo delatan). En algún momento
esa historia se rompió y la foto acabó en el cajón de las pequeñas cosas de
donde la mujer de mi amigo la rescató para dármela.
Septiembre
de 1989. Callejón de Pedro Romero.
Antiguo Bar La Verdad. Día de Galas Folklóricas (algunos de los de la imagen
veníamos de ensayar). Vísperas de Feria.
De
izquierda a derecha: Juan Antonio Alcalá, Nené Becerra, Rafalete Cabrera,
Antonio Cardona, mi siempre recordado Manolito Domínguez – de pie -, Paco Harillo, Rodrigo Hernández, Eloy Anaya y Valico García. En la mesa
de atrás se puede ver sentado a Eugenio “Tiguiri” Guerrero.
La
encontré hoy de casualidad y me di cuenta de que en estos días se cumplen justo
30 años de ella. Cuando vivía el maestro Antonio Ordóñez y las Galas Folklórica
se hacían en el marco mágico de la plaza de toros. Y la Goyesca, la Feria de
Pedro Romero y Ronda eran una y trina a la vez.